La moneda estable se ha convertido en la aplicación dominante de la tecnología de encriptación, diseñada para mantener un valor estable en relación con un activo (generalmente el dólar). Como activo digital, la moneda estable se puede programar para ejecutar contratos inteligentes, lo que permite pagos automáticos, servicios de custodia y diversas aplicaciones financieras descentralizadas. Las transacciones de la moneda estable ya superan los 5,1 billones de dólares, actuando como puente entre la TradFi y la economía de encriptación, lo que proporciona una nueva fuente de demanda para la deuda estadounidense y ayuda a proporcionar liquidez al mercado de bonos del gobierno de Estados Unidos. La moneda estable aporta información favorable al sistema financiero en general. Se espera que la moneda estable se convierta en una alternativa atractiva para el mercado de monedas tradicionales y las cuentas bancarias.